Chaco: furor por la plata que contamina
Chaco: furor por la plata que contamina
Hemos leído en los medios de comunicación sobre la
contaminación que generan los silos
en Puerto Vilelas, y que la Asociación
de Cooperativas Argentina (A.C.A.)
deberá cumplir con un plan de mitigación para atenuar los daños
sanitarios, sociales y ambientales que
provoca. Algunos titulares señalaron que la Intendencia de Vilelas impuso una
clausura preventiva para que se resuelva
la contaminación que se produce desde los silos de esa empresa. También
trataron el uso de los agroquímicos, señalando que es un problema de los
pueblos fumigados y de toda la sociedad.
Las notas publicadas dan cuenta que la población damnificada es la
que reclama y denuncia de manera pública
y, en algunos casos, ante los organismos estatales que son responsables
de controlar, que luego de largos procesos burocráticos pocas veces toman medidas, mientras que en la
mayoría de los casos pasa el tiempo y no
actúan. Mientras tanto, las
contaminaciones sanitarias, sociales y ambientales se multiplican
impunemente desde hace varias décadas.
¿Para qué existen los organismos de
control en la provincia?
Los sectores sociales afectados se preguntan para
qué el Estado destina tanto dinero público, que
recauda cobrando impuestos, para mantener tantas estructuras
burocráticas dotadas de grandes presupuestos para "controlar” las
actividades humanas, productivas o improductivas, que afectan la salud y la
vida de la población. Algunos de esos organismos son la Subsecretaría del Medio
Ambiente, el Tribunal de Cuentas, la Fiscalía de Investigación
Administrativa, Defensa del Consumidor,
Defensoría del Pueblo y Poder Judicial, además del Ministerio de Desarrollo
Social y, especialmente, las direcciones de Epidemiología y de Estadísticas del
Ministerio de Salud Pública, que deberían efectuar los seguimientos
epidemiológicos de enfermedades vinculadas con las actividades contaminantes y registrarlas en los Anuarios
sanitarios, para después planificar y desarrollar programas de control,
prevención y ataque de la patologías originadas en los factores contaminantes.
¿Para qué
existen los organismos de control? Esta es la pregunta que repetidamente se
formulan los ciudadanos, sobre todo si se tiene en cuenta que solo intervienen en
pocos casos y después de que se producen
los daños sanitarios, sociales y ambientales, a lo que se agrega que el Estado
no se hace cargo de los daños y de los perjuicios ocasionados a la población,
que en algunos casos son irreversibles.
Los controles son inexistentes y obsoletos. Es evidente el rotundo fracaso del
sistema de controles, que se nota
aún más en aquellos casos en que los
órganos estatales actúan porque nunca modifican
ni remedian nada en materia de
contaminación y sus consecuencias, a lo que se agrega que no informan a la
población los resultados de las pocas
intervenciones que llevan adelante.
Contaminan los silos de A.C.A., de Cargill,
de la ex Junta Nacional de Granos y el Puerto
Solo dos provincias Argentinas, Córdoba y
Mendoza, regulan la instalación de silos
de acopio de cereales. En esas provincias no se permite la instalación de silos
en proximidades de zonas o áreas
pobladas para evitar que contaminen y provoquen daños.
La contracara negativa de mejores situaciones sanitarias y
ambientales son los silos de A.C.A., que
desde hace más de 10 años opera en
Puerto Vilelas. Desde el comienzo
ocasionaron daños a la población que vive en los barrios cercanos, que desde
hace poco tiempo comenzaron a ser conocidos
por las denuncias públicas, administrativas y judiciales que efectuaron
los vecinos. Intervino la Municipalidad de Vilelas y la Subsecretaría de Medio
Ambiente, imponiendo "la clausura
preventiva" de la planta de A.C.A.,
que duró un suspiro, sin reconocer que son responsables
institucionales del fenómeno
contaminante y del grado de afectación que por tantos años provocó y que todavía
genera la empresa. Los supuestos cambios operativos introducidos por A.C.A. son
absolutamente insuficientes y parciales
para resolver el grave problema
contaminante que provoca.
Tampoco se
debe olvidar la fuerte contaminación que provocaba el funcionamiento de la planta de silos de Cargill, ubicado en cercanías de A.C.A., sobre el riacho Barranqueras.
A lo largo de los años en que esta multinacional, de origen
norteamericano, operara la Planta nunca
fue sometida a controles ambientales y operativos, ni se la aplicaron multas
por las graves infracciones que cometiera.
Todo se arreglaba en la Municipalidad de Puerto Vilelas, hasta que una
iniciativa poco santa determinó que
Cargill se retirara del lugar, factor que seguramente no fue la
única causa que provocó la decisión de
clausurar la Planta, que permanece
cerrada.
También contaminan impunemente los silos de la exJunta
Nacional de Granos, administrado por la empresa estatal El Colono S.A. Igual fenómeno
ocurre en el Puerto de Barranqueras, que
también funciona administrado por el Estado. ¿Estarán esperando que se los
denuncie para aparentar que actúan?
Los vecinos preguntan
Los vecinos preguntan, desde hace varios años,
sobre el funcionamiento contaminante de A.C.A. Los pobladores se formulan
varios interrogantes básicos. ¿Dónde estaban los organismos de control en los
últimos diez años? ¿Por qué no actuaron antes de que se produjeran los graves
daños acumulados en una década? ¿Por qué no actuaron después de que se
produjeran los primeros efectos contaminantes del funcionamiento de la planta
de A.C.A.? ¿Por qué los funcionarios
públicos no actuaron en cumplimiento de sus deberes y funciones? ¿Cuál es la
verdadera función de éstos? ¿Acaso no tendrían que actuar previniendo,
verificando planos, documentaciones, lugar, tipo de actividad, y habilitar las
instalaciones o las actividades no contaminantes en lugares no poblados?
¿Los inspectores municipales de
Puerto Vilelas no controlan ni exigen que se cumplan las normas sanitarias y
ambientales?
Ninguna de las preguntas fueron respondidas. Entre bambalinas, varios
funcionarios de los primeros niveles de
los organismos de control transmiten -off de récord- que el poder político de turno, llámense
gobernadores, ministros y secretarios de estados, bajan líneas y órdenes para que las empresas continúen funcionando a
pesar de que contaminan.
Furia contaminante
Sobre los indiscutibles efectos contaminantes de
los agrotóxicos que se aplican descontroladamente en la agricultura son muchos los antecedentes y los casos
revelados sobre los daños irreversibles que provocan en la salud de la
población, sin que los organismos de control actúen en terreno. Mientras tanto, el Estado sigue dictando normas que no se aplican, aunque están orientadas a combatir este flagelo sanitario, social y
ambiental. La segunda acción que repiten, además de dictar normas, es de naturaleza
publicitaria. Divulgan una supuesta
buena gestión en el en el control del
manejo de los agrotóxicos y de los
envases contaminantes. Sin embargo, las grandes empresas sojeras, girasoleras y
maiceras continúan volcando agroquímicos sin ningún tipo de control, que el Estado permite con el pretexto de
aumentar la superficie agrícola, la producción
y la productividad en territorio
chaqueño, que desde el gobierno se presenta como un boom en la actividad primaria, sin dimensionar las
consecuencias y los daños que provocan.
La primera víctima es el monte nativo local, sobre todo en el territorio
conocido como el Chaco Seco. Mientras tanto, ningún organismo de control
despliega acciones para impedir que se
continúe contaminando y generando graves
daños a la salud pública y al ambiente.